EE UU y México llegan a un principio de acuerdo para reformar el TLC

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El pacto comercial bilateral, que se logra después de 13 meses de negociaciones, se agilizó tras la victoria de López Obrador. Ambos países pretenden sumar ahora a Canadá para que el acuerdo sea completo.

Estados Unidos y México han llegado a un principio de acuerdo que sienta las bases para reformar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), un pacto de enormes proporciones que también incluye Canadá y lleva casi un cuarto de siglo en vigor. Donald Trump llegó a la Casa Blanca exigiendo una reforma profunda de ese marco, bajo amenaza de liquidarlo, y, tras más de un año de conversaciones, parece haber encontrado consenso con su vecino del sur en algunos aspectos claves. Ahora debe sumarse a las negociaciones el Gobierno de Justin Trudeau, con el que las relaciones no han dejado de empeorar.

El presidente estadounidense hizo una suerte de anuncio por la mañana en su cuenta de Twitter, de forma entusiasta y tremendamente ambigua. “¡Un gran acuerdo con buena pinta con México!”, se limitó a escribir. Unas horas antes, una fuente de los negociadores mexicanos señalaba a la cadena CNBC que has conversaciones ya habían concluido y que el anuncio tendría lugar este lunes.

El TLC (Nafta, en sus siglas en inglés) es una zona libre de comercio en la que viven 450 millones de personas y que mueve más de un billón de dólares al año. Este primer acuerdo, tras 13 meses de arduas negociaciones -el último, un mano a mano entre estadounidenses y mexicanos, con los canadienses al margen-, allana el camino para la reedición de un texto que ha sido clave en el crecimiento del comercio en una de las regiones más dinámicas del planeta. Y, sobre todo, retira el principal foco de presión para la economía mexicana, altamente dependiente de su vecino del norte: cada hora le exporta más de 30 millones de dólares, una cifra que se ha multiplicado por siete en el último cuarto de siglo.

El pacto bilateral, agilizado tras la victoria de Andrés Manuel López Obrador en las elecciones presidenciales mexicanas de julio -Donald Trump y él han fraguado un extraño entendimiento, habida cuenta de sus amplias diferencias ideológicas-, es un paso importante pero no definitivo. Ahora queda el tramo final de la negociación, en la que las delegaciones estadounidense y mexicana tendrán que convencer a sus pares mexicanos de las bondades de lo acordado, así como tratar las cuestiones que afectan a las relaciones trilaterales.

FUENTE: EL PAÍS