Industria mexicana, ¿especie en peligro de extinción?

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La distancia entre el empleo en el sector industrial y el de los servicios comenzó a ampliarse en la década de los 80, un fenómeno de desindustrialización que ha ocasionado también la precarización de las condiciones de los trabajadores.

La industria mexicana parece en peligro de extinción. Tanto su valor para la economía nacional como el número de trabajadores en el sector muestran una caída ininterrumpida desde los años 80 del siglo pasado. En sentido contrario, el sector servicios ha mostrado un importante crecimiento que sugiere que la economía mexicana se está terciarizando.

Desde 1983, cuando comenzó a aplicarse una metodología única para medir el número de empleados por sector, la proporción de trabajadores en la industria mexicana era de 47%, mientras que el sector servicios representaba 53% de la población ocupada. En tres décadas, la separación se volvió extrema. En el 2017, la industria cuenta con 38% de los trabajadores, frente a 62% de los empleados en el sector servicios. La migración entre sectores también se refleja en el PIB: en 1998, 56% de la economía se concentraba en el sector servicios, un porcentaje que para el 2017 superó el 60 por ciento. En contraste, el sector industrial o secundario se redujo de 38.4 a 32.7% en ese lapso.

La terciarización de la economía se define como la transformación de las actividades económicas industriales hacia otras enfocadas al sector servicios, también conocidas como actividades terciarias. Este proceso de cambio es más evidente en las economías desarrolladas, como Estados Unidos o varios países de Europa, en donde la estructura económica ha cambiado hacia una en la que el sector servicios tiene un peso fundamental.

En el caso de México, la migración de los trabajadores de la industria al sector servicios se debe en buena medida a que muchos de los insumos que utiliza la industria son importados, lo que ha ocasionado que parte del valor agregado que supone su transformación y exportación sea transferido a compañías extranjeras.

“México, a pesar de haberse convertido en un país de mayor exportación manufacturera, pierde capacidad de generar valor agregado. Una buena parte de los insumos que utiliza para producir estos bienes industriales son importados”, dijo José Luis de la Cruz, director general del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (Idic) en entrevista con El Economista.

En la actualidad, los insumos de origen nacional dentro de las exportaciones de la industria mexicana representan apenas 30%, mientras que el otro 70% es importado. “México vive un proceso de desindustrialización, lo que genera que las personas busquen oportunidades de negocio y trabajo en el sector servicios, pero tampoco en un sector servicios de alto valor agregado”, explicó De la Cruz.

De acuerdo con De la Cruz, la parte del sector servicios a la que están migrando la mayoría de los trabajadores del sector industrial es el comercio al por menor, con empresas de no más de 10 empleados que en su mayoría se encuentran en la informalidad. Algunos sectores de mayor valor agregado, como los servicios financieros y profesionales, también han mostrado crecimiento, aunque en menor proporción.

Desde la óptica de la distribución del ingreso de los mexicanos, otra de las causas de la terciarización de la economía mexicana es que las familias tienden a gastar una mayor porción de sus ingresos en distintos servicios, mientras que su gasto en bienes primarios e industriales ha disminuido.

¿A quiénes afecta la terciarización de la economía?

Aunque las más afectadas por la terciarización de la economía mexicana son las empresas medianas y pequeñas, las grandes compañías no se salvan de este fenómeno. Según José Luis de la Cruz, si revisamos los listados de las 1,000 empresas más grandes de México, casi 40% son de propiedad extranjera o tienen una fuerte participación de capitales foráneos.

“Lo que estamos viendo es que las grandes empresas mexicanas, al ser muy atractivas, han sido compradas o tienen una participación muy alta de capital extranjero”, dijo De la Cruz. Las pequeñas y medianas empresas están desapareciendo de las cadenas productivas, ya que la esperanza de vida de un negocio en el país después de dos años es de 60%; mientras que pasados 10 años, esta esperanza apenas alcanza 25 por ciento.

Sin embargo, no son las empresas, sino los trabajadores los que se han visto más perjudicados por la terciarización de la economía, debido a que los mejores salarios se pagan en la industria, en donde existe el valor agregado suficiente para contratar a mano de obra calificada. “Si se observa la innovación tecnológica, todos los productos que van desde equipos de cómputo, televisores, automóviles, la parte aeronáutica, todos son productos industriales. En este sentido, cuando se pierde esa parte de generación de insumos intermedios, cuando se pierde la parte de fabricar bienes de capital, también se deja de emplear a gente capacitada, ingenieros, técnicos, etcétera”, explicó el director del Idic.

México necesita una política industrial que permita aprovechar los tratados comerciales firmados con distintos países y en la que el sector industrial se torne en un motor de crecimiento, que al mismo tiempo articule a las distintas ramas de actividad creando empleos con cada vez mejores percepciones. La terciarización de la economía, reflexionó Gabriel Mendoza, no es una buena estrategia, porque no fue planeada en función del mejoramiento de las condiciones laborales ni de los trabajadores. Este proceso de extinción de la industria en México ha significado la desaparición de la calidad de vida de sus trabajadores.