Diesel más caro impactará a manufactura en Nuevo León

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La Cámara de la Industria de Transformación de Nuevo León (Caintra), estimó que el incremento a los combustibles tendría un impacto en el sector industrial de 6% en los precios finales de los productos manufacturados en el estado, por el aumento del diesel.

“Es urgente que el gobierno instruya mecanismos que contribuyan a mantener la confianza empresarial y del consumidor, así como garantizar la calidad y el abasto de combustibles a lo largo del país”, afirmó la Caintra en un comunicado.

Detalló que considerando que el costo logístico para las empresas implica hasta 33% del precio final de sus productos se podría pronosticar, al menos, un impacto de 6% en los precios finales de los productos manufacturados en el estado (de Nuevo León), tan sólo por el incremento del diesel.

Lo anterior afectará la competitividad y los costos de los productos manufacturados, así como a las empresas de transporte y al sector industrial.

A los industriales les preocupa también el desabasto de combustibles por el cierre de carreteras, estaciones de carga y vías de circulación que están ocurriendo en varios estados. Además de que la inseguridad que se está generando afecta a la cadena logística de transporte de mercancías, por lo que los impactos del incremento de combustibles son aún mayores.

Los industriales reiteraron que se han manifestado a favor de esquemas competitivos, eficientes y transparentes respecto del establecimiento del costo de gasolinas, diesel, gas y electricidad en el país. Sobre todo luego de la reforma energética, que generó expectativas sobre una reducción en los precios de los combustibles. “Contrario a esto, a lo largo de la actual administración federal, se han registrado incrementos significativos en los costos de estos mismos”, enfatizó.

Caintra calculó que “de enero del 2013 a diciembre del 2016, el diesel acumula un incremento de 29.7 por ciento. Si a este incremento le sumamos lo aplicado para enero del 2017, el acumulado alcanza 51.2%”, concluyó.

FUENTE: El Economista