Parques industriales crecen con el comercio electrónico

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Monterrey, NL. Hay una marcada tendencia a adaptar la construcción de parques industriales al comercio electrónico en Nuevo León, comentó Federico Cantú, primer vicepresidente oficial de Mercado en Monterrey y Juárez, de Prologis.

“En el caso de México, el comercio electrónico en el 2016 representó 7,000 millones de dólares; para el 2019 se proyectan 12,000 millones de dólares en ventas. Esto va a implicar una demanda de centros (de distribución) afuera de las ciudades, y la última milla (une al producto con el cliente) cerca de centros poblacionales”, opinó.

En ese sentido, señaló que Prologis está construyendo un centro de distribución de Liverpool, de 10,000 metros cuadrados, en un parque de la compañía ubicado en el municipio de Apodaca.

“Vemos una tendencia de empresas que están creciendo con el comercio electrónico, Liverpool es uno de varios clientes (…) vemos un crecimiento del sector en Monterrey, Guadalajara y la Ciudad de México”, detalló Federico Cantú, durante el segundo día del Industrial Summit Forum y Expo 2017.

Consideró que el comercio electrónico hoy representa 2% de las ventas; sin embargo, en países como Estados Unidos, aumenta entre 8 y 9%, “un potencial creciente”.

Un comunicado de Prologis, de julio, indicó que en el primer semestre del 2017 completó 20 proyectos de desarrollo de construcción a medida, uno de ellos en Monterrey de la industria de bebidas.

Estos proyectos totalizaron más de 7 millones de pies cuadrados con una inversión total esperada de 430 millones de dólares.

Asimismo, “otra tendencia en los parques nos ha llevado a la parte comunitaria, antes no había servicios, ahora los parques industriales tienden a instalar guarderías y clínicas, se vuelve un centro comunitario”, indicó Javier Ugarte de la Rosa, vicepresidente de Construcción de Finsa.

También se han establecido en algunos parques centros de educación para adultos, y se pide a las empresas que permitan asistir al personal para que terminen su secundaria.

Fuente: El Economista